Anochece en uno de los barrios más tangueros de la ciudad. Luego de unos minutos, sale de su estudio Juan Matías, recién termina el cuadro para el diario donde publica sus trabajos. A primera vista resulta difícil relacionar al mítico humorista con el simpático muchacho que invita a pasar a la habitación, donde nace la magia de sus personajes. Para tratarse de un arista, ésta está bastante ordenada; su mesa de dibujo, sus materiales. Las paredes exhiben estantes llenos de libros y dibujos de colegas. Luego de prender un cigarrillo, todo está listo para que Tute ilustre esta entrevista.

-¿Cómo eras cuando estabas en la secundaria?
-La secundaria fue una linda época, mi característica más sobresaliente en el grupo de amigos era, ya que sabia dibujar, la de satirizar las situaciones, las salidas. Era bastante tranquilo, bastante callado; era de los que se sentaban en el fondo. Fui bastante vago también, un vago cumplidor. Es decir, faltaba bastante, me rateaba bastante pero a fin de año cumplía con todo. Me llevaba varias materias por año, siempre eran matemáticas, químicas.
-Esa vagueza se ve reflejada en una anécdota tuya, cuando le dijiste a tu viejo donde querías trabajar...
-Tenía ganas de trabajar en un garaje para ganarme mis primeros mangos y poder dibujar. Como veía que en los garajes a la noche se trabaja muy poco, me imaginaba con una luz dibujando entre auto y auto. Mi viejo me sacó cagando (risas)
-¿Cuáles fueron los hitos que torcieron tu estilo y te llevaron al humor que haces hoy en día?
-Hubo una transformación grande pero que no se dio de la noche a la mañana, sino que llevó muchos años. Una de esas fue despegarme de la influencia de mi viejo. Desde el punto de vista del dibujo, fundamentalmente, pero también desde las ideas. El segundo fue una consecuencia de esta primera transformación, consistía en empezar a pensar, escribir y dibujar cosas que tuvieran referencias mías. Dejé de hacer un humor más de oficio para hacer algo que tuviera que ver conmigo; tenía que ver con lo que me pasa, con lo que siento, mi mirada sobre las cosas. Hasta fue un poco inconsciente también, es decir, por un lado sí hubo una búsqueda consiente de separarme de mi viejo. Pero el resto fue la misma búsqueda que me hizo ir encontrando un estilo o encontrándome a mí mismo.
-¿Ese cambio lo viviste con vértigo o resultó placentero?
-Fue muy placentero el final del cambio. Para mi el libro ( Tute, ed. Sudamericana 2007) fue el momento en que me di cuenta que algo había cambiado. Agrupar todos los dibujos y ver que tenían un hilo conductor, como decía alguien “cuando todas la palabras miran para el mismo lado”. Me dio placer ese cambio profundo.
Antes, cuando hacía los cuadros diarios, tenía carpetas armadas- deporte, psicoanálisis, etc. En ese momento también me di cuanta que algo estaba cambiando, cuando podía prescindir de esas carpetas. Eso estuvo bueno porque ya no me ponía a pensar “¿hoy chiste de astronauta o chiste de deportes?”. Sino, me ponía a pensar algo con total libertad.
-¿Cómo manejabas el hecho de ser el hijo de Caloi?
-Era cuidadoso, nunca decía quien es mi viejo. Cuando iba a los diarios no decía: “hola soy Tute, el hijo de Caloi”. En mi primer trabajo, en el diario La prensa, se enteraron al año o a los dos años. No lo sabían hasta que alguien llamó y pidió hacer una entrevista con “el hijo de Caloi”. Recién ahí se enteraron. Lo padecí más en la primaria con el asedio de todos los pibes en épocas en que Clemente era muy famoso, en la televisión.
-Hay un chiste tuyo que dice:”Soy una persona que no se arrepiente de sus errores bien cometidos”. ¿Te ves reflejado?
-Me gustan muchísimo los juegos de palabras. Pero sí, soy bastante testarudo, bastante cabeza dura. No me siento reflejado enteramente. No todo lo que hago es autoreferencial. A veces es la mirada sobre el otro.
-Muchos cuadros tuyos hablan del psicoanálisis ¿Cuál es tu relación con él?
-Hice terapia muchos años. Encontré al psicoanálisis como una técnica muy ligada al arte y a cosas que a mí me interesan mucho como en el análisis de las conductas humanas. Como se relaciona la gente. Como nos relacionamos con el afuera y con el adentro. Eso es una cosa que me interesa muchísimo. Incluso a mi pesar, estoy atento a como se dan las relaciones. También se ve reflejado en lo que hago. Es ese parentesco con la poesía, la búsqueda de los sentidos detrás de los sentidos; es muy interesante y tiene mucho que ver con la metáfora. Las palabras que se esconden detrás de otras palabras. Palabras que significan más de “una cosa”, muchas cosas, que tienen un carácter polisémico y eso hace de “la cosa” algo interesante. Que no tenga un carácter unilateral, sino muchas cosas al mismo tiempo.
-¿Te llevaste sorpresas en cuanto a vos, no?
-Me llevé muchas sorpresas de mí mismo, como todo el mundo (risas). Me inventé una excusa para empezar, cuando era adolescente. Hace un año o dos que no hago. Hay una frase que dice que “después del psicoanálisis nadie es inocente”. Me ayudó a eso, en cuanto a mi carrera, a lograr un tipo de lectura un cacho más profunda que antes.
-¿Para vos qué es el éxito?
-Es muy amplio pero lo resumiría en poder hacer lo que uno quiere. Es perseguir al deseo. Conseguir algo de ese deseo, agarrar para otro lado y volver a perseguirlo. Eso es, un movimiento, una búsqueda. También es poder vivir de eso, yo creo que sería bastante infeliz si no se pudiera vivir de lo que hago, sino pudiera desarrollarme.
-¿Qué sentiste cuando leíste el prologo que escribió Dolina para tu libro?-Que alguien como en Negro, a quien admiro profundamente desde hace mucho tiempo, escribiera eso me puso súper contento. Con que el diez por ciento de lo que puso ahí sea realmente lo que el piensa... (Risas).
-Los dibujantes de tu generación tienen cierto respeto con vos y tu obra, ¿cómo lo vivís?-Con agradecimiento, me alegro de que gente de mi misma edad, que esta en lo mismo que yo respete lo que hago. A mi me parece que a diferencia de otras épocas no hay mucho espacio por un lado y no hay mucha cantidad, quizás por esta falta de espacio, de dibujantes con humor de autor. Tipos que no hagan a Kirchner como un pingüino porque hay que hacerlo y es lo que demanda una línea editorial. Sino la mirada del tipo detrás de la obra. Digo la obra...parece demasiado pretencioso...los dibujos, lo que hace, su arte. A mí me gusta encontrar tipos que presenten, aunque pequeños, nuevos universos. Como pasa más allá del humor gráfico, de la historieta; como pasa en la cultura, en el cine. Me parece que hoy en día el humor gráfico es una especie en extinción. En la historieta hay mucha gente que dibuja bien y tiene buenas ideas.
-¿Qué ventajas y desventajas ves del dibujo a mano y del hecho por computadora?-Yo hago la página dominical y la tira a mano y después uso la computadora para aplicar color. La ventaja de lo digital es que podés probar muchas cosas. Ir, venir, cortar, pegar, volver atrás; jugar con el tiempo, algo fundamental (con énfasis). En cambio en el papel, vas para adelante. Con una línea de más podes usar pintura blanca para arreglar, pero es tanto más práctica la computadora. Por otro lado, el diario reproduce mucho mejor el color digital que el pintado a mano. Pero esas serían las cuestiones menores, me gusta, siento placer pintando en la computadora; también a mano. Es cierto que hace dos o tres años que no hago nada pintado a mano. Hace unos años estaba hablando con mi viejo acerca de cambiar el placer de tirar un manchón de tinta, hoy no sostendría eso.
-La gente te relaciona como un autor que hace “humor más reflexivo”, por decir así, muchos se sienten identificados...-Lo encuentro en los mails que mandan los lectores; es lo que le pasa a todo el mundo. Por ejemplo, encuentro a Lidia Borda en lo que canta, como vibra su vos; por eso le escribí, de la misma forma que hacen conmigo. En los correos la gente me cuenta que se siente identificada, que le pasan cosas parecidas, creo que eso es lo que genera ese humor “más reflexivo”. A mi me pasa con los tipos que admiro, siento que supieron de alguna manera decir algo que a mí también me pasa, porque yo también siento que lo supe expresar. Eso es lo que me conmueve.
-En una entrevista hecha hae un tiempo dijiste que tu objetivo ,con un personaje propio, era hacerlo lo más libre posible y no estructurado, ¿Creés que lo conseguiste?-La tira de Batu viene creciendo. Todavía no llegó a su techo. De hecho, trabajo día a día y yo mismo me sorprendo. Considero que estoy cumpliendo con ese objetivo. Por otro lado, Creo que los personajes tienen un cierto tiempo de vida. Voy a seguir todo el tiempo que tenga ganas de hacerlo, mientras me siga divirtiendo. Como decía en Negro Fontanarrosa, “si uno se divierte, divierte; si uno se aburre, aburre”(risas) .